martes, 23 de noviembre de 2010

El Rey de la Leña y El Ferrocarril

En la época Republicana del Ecuador, durante el primer mandato del General Eloy Alfaro, entre otras decisiones políticas de importancia nacional, Alfaro plantea concluir la construcción de la vía  férrea obra que, Gabriel García Moreno durante su segundo periodo presidencial (1869 a 1875),  concibió al ferrocarril como una vía necesaria para la comunicación y el comercio entre las regiones de la costa y la sierra.

 García Moreno ordenó que se realicen los estudios correspondientes al trazado de la vía férrea que uniría a Guayaquil con Quito, alcanzando a  construir, antes de su muerte, algunos kilómetros de enrieladura en el territorio del Guayas.  Años mas tarde el Viejo Luchador  asume reto  de continuar esta gran obran.

Alfaro al igual que su antecesor, veía al Ferrocarril como símbolo de  integración nacional, de desarrollo e intercambio comercial entre la costa y la sierra, que logrará que los pueblos olvidados en el tiempo y atrapados en medio de la  patria, entraran a formar parte de la historia y desarrollo del país.

En 1897, el General Alfaro, a pesar de la furibunda oposición conservadora que debió soportar, consigue de la  Asamblea Nacional la autorización que necesitaba para realizar el sueño de su vida:  concluir la construcción del Ferrocarril Trasandino.

Paralelamente, con sus amigos el ministro Don Luis Felipe Carbo y el Ing. Acher Harman, conforman la empresa The Guayaquil and Quito Railway Company, realizan las gestiones para el financiamiento de la construcción. Este apoyo financiero lo obtienen en Londres del multimillonario y visionario Sir James Sivewright, quien no vacila ni un solo instante en poner sus recursos al servicio de aquella lejana empresa ecuatoriana.

Salvados los obstáculos políticos y financieros, Eloy Alfaro firma, en junio del mismo año, el contrato para la construcción de la vía, con Acher Harman, ingeniero norteamericano, capaz y aventurero por 17 millones y medio de dólares, iniciando así el lento camino hacia la integración costa – sierra.

Harman arranca inmediatamente los trabajos desde el cálido mundo de los valles bajos, para luego continuar con el ascenso a los Andes, con cimas de 5 y 6 mil metros de altura. La ruta trazada debía sortear el Chimborazo el Tungurahua, El Altar, sus fríos declives y sus helados desfiladeros de lava, es decir por alucinantes vericuetos que era preciso salvar para traer el tren Quito.

Iniciados los trabajos de ascensión a la cordillera, tarea realmente prodigiosa, la peonada trabajaba en las altas montañas de la serranía cortadas a pico en medio de rocas colosales, sorteando los tremendos precipicios. Las inclemencias climáticas de la zona, de lluvias e intenso frío, causó el agotamiento unos  y el fallecimiento repentino de otros.  Bajo estas circunstancias hubo la necesidad de importar jornaleros de raza africana de Jamaica y Haití.

Mientras la gente moría en la construcción de la vía, El Congreso de 1898 declaró que el contrato del Ferrocarril era ruinoso y atentatorio para los intereses de la Patria y prohibió al Ejecutivo continuar con los trabajos, pues se estaba saqueando a la nación. Largas fueron las discusiones políticas para llegar a acuerdos que permitieran que los trabajos de enrieladura continúen y puedan, por fin, ser terminados el 25 de julio de 1908 fecha en la que el tren llega por primera vez a Quito.

En su discurso de recibimiento al Ferrocarril, Eloy Alfaro dijo textualmente: ”Todavía recuerdo con indignación cuando el Congreso de 1898 levantó la bandera de la insurrección  contra el contrato ferrocarrilero calificándolo de pretexto para saquear la Nación.”.

Tuvieron que pasar 38 años de turbulentas discusiones, vicisitudes, trabajadores fallecidos, dos presidentes de distinta ideología política, contradictoria entre si, enemigos, si se quiere dar algún calificativo a estos dos grandes de la historia de dos épocas republicanas  extremadamente distintas y opuestas el garcianismo sinónimo de conservadorismo y el alfarismo como sinónimo de liberalismo, para que  al fin dos regiones del Ecuador se integren tanto comercial como culturalmente.

Lo irónico de vida es que ese mismo tren, por el cual Alfaro había luchado incansablemente por lograr su construcción, fue el que lo trajo como prisionero de Freile Zaldumbide –aliado de Leonidas Plaza Gutiérrez (placista)- junto con otros radicales liberales, desde Guayaquil a Quito.

El 28 de enero de 1912, una turba asaltó la prisión donde se encontraba el “Viejo Luchador”, acabando con su vida, la de sus hermanos Flavio y Medardo, al igual que la de sus coideario Luciano Corral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, ensangrentados e inertes, fueron arrastrados como trofeos por las calles de la Capital, hasta el parque de El Ejido, donde fueron quemados.

Todo esto se debió a una obscura alianza entre el placismo y conservadores que dio origen a tal acto criminal.

Entre las obras que cristalizaron su sueño por integrar al país en sus gobiernos se construyeron también las siguientes vías férreas:

Ruta: se unifica con la del Ferrocarril


El Rey de la Leña:

La hacienda Leito ubicada en la provincia de Tungurahua, a 8 Km. de Patate, forma parte de la historia del Ferrocarril, a raíz de la primera guerra mundial en 1917 la mayor parte del carbón que estaba destinado a para alimentar la locomotora, fue enviado para uso de los soldados de las fuerzas aliadas, por lo que el Ferrocarril quedo desabastecido carbón, corría el riesgo interrumpirse los itinerarios ya establecidos y sobre todo el comercio entre sierra y costa se hubiese visto paralizado por largo tiempo.

Ante estas circunstancias el Sr. Marco A. Restrepo, compra los bosques que se encontraban junto a la vía férrea, con la perspectiva de proveer leña para la locomotora, al mismo tiempo vio que era necesario proveer de más madera para los durmientes  del ferrocarril, decide comprar la hacienda la misma que contaba con bosques naturales de cedro, sancillo, canelos entre otros tipos de madera de la zona. Con la finalidad de realizar un trabajo acorde con las necesidades y ganar tiempo construye su pequeño camino de hierro para un trencito que le permita sacar la madera  de forma rápida y ágil y de este modo entregársela a los trabajadores que permanentemente realizaban el mantenimiento en todo lo largo de la ruta Guayaquil – Quito.

La hacienda de Leito, guarda otros anales de la historia nacional aun mas antigua que esta, ya que forma parte de parque nacional Llanganates,  donde se supone que se encuentra escondido el oro de los Incas, que Rumiñahui lo enterró en algún lugar para que nunca fuera encontrado por los conquistadores.
Otra de las cosas importantes que custodia la hacienda de Leito son los vestigios arqueológicos encontrados en el lugar como las vasijas reales de los Incas, vasos,  figuras pre colombinas,  entre otras de cerámica con mucho valor histórico.